El reiki, que en japonés significa ‘energía universal’, consiste en canalizar a través de las manos una poderosa fuente de vibración, que está fuera, hacia uno mismo o hacia otras personas que se utiliza para obtener paz y equilibrio en todos los niveles: físico, mental, emocional y espiritual.
Es decir: armoniza y equilibra los chakras de tu cuerpo.
Además, cualquiera puede practicarlo o recibirlo, ya que no es un ‘don’ especial reservado a unos privilegiados, sino una técnica que se puede aprender.
Aunque esta práctica de canalizar energía tiene más de 3.000 años de antigüedad, cayó casi en el olvido hasta que fue rescatada en 1920 por el doctor Usui, un monje y catedrático japonés al que se considera el primer maestro reiki.
El reiki no sólo es compatible con cualquier tratamiento médico, sino que además actúa como complemento, ya que en ningún caso se recomienda suspender ninguna medicación para sustituirla con esta técnica.
Además, está reconocida como terapia alternativa por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, en Estados Unidos y Reino Unido ya se utiliza en más de 1.000 centros hospitalarios y está incluido en el Sistema Público de Salud. En el estado de Nueva York, hasta los servicios de emergencia están formados para dar reiki.